viernes, junio 23, 2006

En un polo del mundo


La plaza roja está en un polo del mundo. Cuando te sitúas en una de sus esquinas, da la sensación que la curvatura del mundo no te permite ver el otro lado. La Catedral de S. Basilio se va descubriendo con cada paso, recortando las cúpulas de merengue coloreado sobre el cielo nublado de Moskva. El palco desde el que se presentaba al heredero del Zar y se anunciaban las ejecuciones en aquellos tiempos pretéritos, hoy es una hucha de deseos cubierta de rublos y divisas orientales. La muralla del Kremlin se asemeja a los fondos teatrales: con su ladrillo rojo y sus torres irregulares, parece un falso poster de tienda fotográfica hasta que la admites en su inmensidad y la contemplas con admiración. Y el mausoleo del tovarich? Yo estuve allí: dentro del palacete constructivista (del mismo estilo que luego perseguirían), reposa un cuerpo sin descanso. El camarada Vladimir Ilich Ulianov; sí, Lenin, el de la calva radiante y la perilla perfilada; el único hombre que podía asomarse a un balcón hasta las rodillas sin correr el peligro de esmorrarse con la calzada; el único que creyó en materializar el sueño.
La foto es un testimonio. Es la sonrisa más sincera que he tenido en mi vida.