martes, agosto 22, 2006

La gente no está preparada

La mitología clásica (siempre cercana a los entresijos del hombre por mitología, que no por clásica) dice que el Ave fénix resurgía de sus muertas cenizas con mayor fuerza y hermosura. A día de hoy en Galicia lo que nos sobra es ceniza y puede que este sea el momento para resurgir, pero hablar de sociedades siempre es difícil y mucho más cuando se trata de nuestra esquina. Yo sigo petrificado frente al mar pero algo late aquí dentro. Hace dos días terminé mi teatro, lleva el mismo título que esta pequeña palabra y a pesar de los pesares yo defiendo su integridad. La verdad es que me siento más seco que la mojama; no es la primera vez pero en esta ocasión ya no permitiré que sea la caridad la que me auxilie, tengo que ser yo el que me levante y al precio que sea lo conseguiré (o intentaré con todo mi empeño). Muchos dicen que me equivoco, si así es tendré la primera oportunidad de asumir un error por mi cuenta, ya es hora digo yo. Yo quiero buscar, el que no busca no encuentra y no se puede aprovechar la oportunidad sino se encuentra primero.




Santiago es un hastío. El bullicio compostelano divierte y enriquece al paladar sin formar pero resulta insípido cuando se levanta la vista al horizonte. Este último curso he vivido más de la mitad de las horas sentado en mi sofá, dejándolas pasar como si estuviera en una prisión psicológica sin salir, sin carrera, sin gente (eh, Rubén y Alekos fueron dos compañeros de celda maravillosos, su compañía y complicidad me ayudaron mucho). Ahora llega lo más difícil, tragar saliva y caminar hacia delante.

Yo no tengo miedo y sé lo que quiero aunque pocos lo crean.

Mi única felicidad en estos meses ha sido la comedia (aunque yo prefiero bautizarla de cuchufleta) que he estado escribiendo durante lo que va de año. Ahora me encantaría mostrarla a todos pero para eso hacen falta algunas cosas de las que AÚN no dispongo. Todo se andará, las suelas aún no están muy gastadas.
La gente no está preparada juega con la paranoia de la vigilia. En este siglo de "innovación" y "progreso" seguimos sin estar listos para asumir lo absurdo de la vida. La obra propone una visión lisérgica de lo cotidiano amparada por el refugio del sueño, donde gracias a Dios o al Diablo, nuestro "raciocinio" no puede meter mano.

Lo dicho: "Paren el mundo que yo me bajo"