lunes, enero 15, 2007

Triste país, llanto de mimado y queja de malcriado.

Comenzó el 2007 con muchos vídeos de dominio público y poca carne de cañón escrita. Bueno, comenzó con adelantos audiovisuales, la absurda sorpresa de la prensa escrita sobre el encarecimiento paulatino de la vida desde la entrada del pecunio de libre comercio europeo, el mezquino dolor de aquellos que imponen la política y la burocracia a la paz y la convivencia y la falta de objetividad general en una sociedad que se retuerce cuando le tocas sus prevendas y se enfada si no le haces carantoñas.




No alcanzo a concretar si la situación es resultado de la charlatanería propia del ibérico que inunda todos los campos de su vida o de su falta de sentido propio sobre la realidad. Lo curioso es que el permanente, el usurero, el traidor, el mezquino no precisa emponzoñar más la cabeza de su atento público: la propia sociedad ha tomado con su mano los mecanismos de represión y uniformidad de forma excluyente y egocéntrica. Esta disyuntiva tenía un sentido y un contexto lógico en las sociedades predemocráticas donde sí se plantea un modelo a seguir que a su vez destapa las desviaciones o mutaciones heterodoxas, dañinas para un sistema unilateral que debe erradicarlas. Hoy, en democracia, en pleno gobierno del pueblo, la discriminación se acentúa y el racismo social se exacerba hasta límites insospechados: todo aquel que se distingue es un antisocial y debe ser suficientemente marginado hasta que recapacite, madure o lo que es peor "ya caerá de la burra".

En teoría ese tiempo de uniformidad de pensamiento y vida pasó tras la muerte del dictador en 1975 y la constitución de 1978. Y digo en teoría porque la realidad muestra algo sencillamente opuesto: un partido político con más de 9 millones de votantes se niega a condenar un régimen dictatorial, una banda armada formada por cuatro niñatos consentidos mata a dos supervivientes ecuatorianos que vinieron al mundo de la buena vida a ganarse el pan, las multinacionales continúan sacando los estipendios propios del sistema pecuniario adaptado a sus necesidades mientras los perros de la política nacional se pelean entre ellos por el hueso de los votos de una sociedad adormecida por la enchenta occidental y neoliberal navideña.

Este es el reflejo de España sobre el espejo, el resplandor cegador de una luz enfermiza como el sol del mediodía que tanto daño hace y que sólo sabe rascarse la barriga y lucir el palmito.

Así pues, y convencido de que en este país hemos sufrido una amnesia sociopolítica desde el año 1978, dejo un testimonio audiovisual a modo de esperanzado mensaje de ánimo. Gracias, españoles.

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