jueves, octubre 11, 2007

Oblación XXI -Transfiguración poético-visual para un siglo advenedizo-

Se lee el pasaje de la creación y se transfigura el mundo en un foco cenital ante los convidados de piedra. Bajo la luz, surge la vida que se deshace en partículas entre los minerales (transubstanciados en vasos de tubo en los que se introducen llaves). Tras la narración bíblica, surgen los medios de comunicación con sus cuñas horarias y avances de titulares que cubren la superficie de información y datos (periódicos). Mientras lo perceptible se cubre de éstos, se alimenta al respetable para reconfortar su situación (un ágape simbólico, algo testimonial). Durante el consumo del público tras un velo de vergüenza contrailuminado, el intérprete absorbe el flujo del mundo en metafórico usufructo. Al apurar el globo, suena un llanto de bebé que se funde en lacrimosa para que sobre la escena de los mundos, una libación de sangre capitalista (Cola) prepare el cuerpo del intérprete para la oblación poética. Con el final de la lacrimosa, suenan las alarmas y comienza la destrucción que se va canalizando hacia el Dies Irae. La pintura sangrienta salpica la escena con el coro hasta alcanzar el Tuba Mirum rematado con la bomba atómica. Con el apocalipsis, un cofre hermético presenta su incógnita a los convidados que obtendrán de ella la redención en forma de destino en blanco.

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