martes, marzo 30, 2010

Celos

Hoy sentí el escalofrío de los celos bajo una dulce melodía de jazz.


Era una melodía nocturna,

hermosa como el brillo de la media luna,

uno de esos momentos en que se encoge el alma,

una suave marca que se imprima en tu recuerdo.


El blanco de tus ojos brillaba como las perlas,

flotabas en las estrellas y tu piel transpiraba jazmín

-imaginación prodigiosa-.

¡Te veías tan hermosa!


Pero, Dios, ¡cuánto dolor al ver todo hundido!

No era yo el que estaba contigo.

Toda la alegría se torno vacío,

amargura que empalaga, llanto en la garganta.

Como marca el destino,

sin aflicción,

sereno

y

compasivo.


Sin embargo, he aprendido.


He aprendido con la belleza de ese sueño,

aprecio ahora el valor de tu compañía inmerecida,

pues apartado el fatuo velo del miedo

surgía tu presencia envuelta en el delirio del alma mía.


Estoy aprendiendo a amarte.

-Ten cuidado con tu niño, sabes que es un alumno decidido.-

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