martes, marzo 30, 2010

Suspiro en re menor

Cuando el piano de Rachmaninov rompió a tocar,

brilló tu pupila en mi devenir.



La misma melodía se ha cernido sobre mí durante años,

conocido cada acorde de amor hasta la saciedad y el hastío.

Podría cerrar los ojos y repetir sus pausas,

quizás incluso hasta sus suspiros.

Los dedos se agarrotan y el pulso se parte

pero la melodía sigue pareciendo tan fresca y romántica como el primer día.

Se acaba el virtuosismo, doblo el espinazo

y el público aplaude al portento inerte.



Nadie me ve, sólo admiran el espectáculo.

Yo no estoy,

ni siquiera soy.



Mas brilló tu pupila en mi porvenir,

y ardió mi pecho al verlo tus ojos.

Estabas allí en medio del público pero no aplaudiste mi bis.

Sonreías con gusto (me lo dijeron tus comisuras),

como si el concierto fuera una vil excusa para cruzar el tiempo y salir a mi encuentro.

Te daba igual la fuerza, el temperamento o la firmeza

tú mirabas y sonreías en silencio.



Ahora estoy frente a ti.

El público se ha difuminado y sólo quedamos, solos, tú y yo.

Es el 2º movimiento.

Sostienen tus pequeños dedos mi corazón

y yo beso tu pecho antes de caer dormido.

En el sueño tú bailas. Bailas y me llamas sin cesar

pero mi mano, tan valiosa, no te alcanza

y maldigo el don,

y repudio la virtud.

Entonces,

un ángel etéreo encarnado en ti, me salva del dolor

con un beso al despertar.



- “Eres tan bella y yo tan pobre.

Has desnudado mi cuerpo de soberbias

para tumbarlo junto a ti,

libre y absorto en tu presencia.

En aquel escenario inmenso

sólo me mirabas tú;

en aquella soledad tan expuesta

despejaste todos los estorbos para contemplar al hombre

y reclamar su atención.

Ahora me entrego a ti

sin saber donde acaba este momento

ni cómo pudo venirse tan pleno,

apenas florecido.

Siento y con eso me basta para saber que siempre estuve equivocado:

que el amor no se gana ni se pelea,

que los corazones se amaestran con bondad y paciencia

y que la vida es tan larga como cada beso que nos ofrecemos.

Será eterno o efímero, pero será,

al fin y al cabo,

un amor pleno e imperecedero.”

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