martes, marzo 30, 2010

Largo invierno sin calma

Acaricio mis dudas mesándote los cabellos.

Se te eriza la nuca.

Tu orgasmo se intuye en el lejano aliento que se desliza sobre el cristal.

Mi garganta se embota de resentimiento.


Largo Invierno sin calma,

estación sin armonía,

depresión en azul.


Soterrado bajo la costumbre mascullo mi infidelidad,

pauta y orden original para el pecado por purgar;

ya se reponen las brumas

donde un día (aún recuerdo) se esbozaron los claros,

lienzo sobre el que migraban las aves en premonición,

buscando el calor, la continuación.


Largo Invierno sin calma,

estación sin armonía,

depresión en azul.


Mi devenir es otro, no me cabe duda.

Busco y no me sacio,

rechazo apenas pruebo sin dar licencia ni réplica.

Mustios los labios,

enjugo mis mejillas antes de llorar

el caduco ímpetu de la cobardía asumida.
Largo Invierno sin calma,

estación sin armonía,

depresión en azul.


¿Cómo abrazarte si sólo pertenezco al desprecio?

Marcado por las pulsiones humanas me aproximaré, sin pensar,

al filo de este vértigo terrenal:


Ansío

el sosiego cálido que recuerda los fríos paramos,

la estepa cristalina donde refulge la lumbre,

la quimera del amor recíproco;

sólo topo un consuelo:

soledad.

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