No hay silencio como el de un folio en blanco:
escueto, doliente, confuso,
que araña y que cohíbe
con cada letra que se le imprime.
Sin permiso y con impunidad
(a fin de cuentas lo mismo da),
en ocasiones a conciencia,
en otras por descuido
rasgo su pulcritud
como se rasga un himen al amanecer.
Pensando que conseguí
colmar sus márgenes de hermosas palabras,
vuelvo la vista atrás
y me mordisquea la vergüenza.
Así surgió la literatura:
entre el asco y la impotencia,
mancillando papeles vírgenes
por la rabia contenida
de otro folio en la basura.
martes, marzo 30, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario